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El Linfoma B Difuso de Célula Grande (LBDCG) es la forma más frecuente de Linfoma No Hodgkin (LNH) en adultos y representa hasta el 80% de los linfomas agresivos en este grupo de población. “En espera de que la Administración nos ayude a crear un registro nacional de la enfermedad, se estima que se diagnostican de 3.200 a 5.500 nuevos casos al año en nuestro país (de 8 a 12 casos por cada 100.000 habitantes y año)”, apunta el doctor Andrés López Hernández, hematólogo del Hospital Universitario Valle de Hebrón (Barcelona) y co-coordinador de la primera guía nacional de práctica clínica para el tratamiento del LBDCG junto con la doctora Eva González Barca, del Hospital Duran i Reinals (L’Hospitalet de Llobregat).

La guía, que cuenta con el patrocinio de Servier y el aval de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH), ha sido elaborada por un equipo multidisciplinar del Grupo Español de Linfomas y Trasplante Autólogo de Médula Ósea (GELTAMO), con el objetivo de formular recomendaciones para el diagnóstico, pronóstico y tratamiento del LBDCG, tanto en primera línea como en la recaída o en pacientes con resistencia primaria. “El mayor y mejor reconocimiento de este tipo de linfoma, que abarca numerosos subtipos clínicos, histológicos y moleculares, ha abierto nuevas vías de investigación hacia una medicina personalizada”, apunta el experto.

El doctor López Hernández espera que la guía sirva de punto de partida para, entre otras cosas, diseñar nuevos estudios en LBDCG. En este sentido, la normativa de ensayos clínicos debería acercarse más a la realidad de la práctica clínica diaria y reorientarse hacia las necesidades terapéuticas de los pacientes”. Además, la Administración “tiene que invertir más en investigación, primar las cuestiones científicas frente a las logísticas, evitar las trabas económicas disuasorias y favorecer modelos de evidencia, así como promover, financiar y plantear estudios farmacoeconómicos para el mejor aprovechamiento de las moléculas”, explica. “No son conscientes del esfuerzo que hacemos los profesionales en el conocimiento de las terapias óptimas para nuestros pacientes, sin incentivación ni apoyo algunos”.

El diagnóstico del LBDCG se basa en la combinación de criterios clínicos, morfológicos, fenotípicos y moleculares, pero “hace falta una armonización de los mismos”, según señala el experto. “Para poder ofrecer un tratamiento adecuado al riesgo de cada caso, es necesario un diagnóstico correcto y ajustado, un encuadre pronóstico y un buen conocimiento de la evolución de la enfermedad de acuerdo con su historia natural”, añade.

Con los tratamientos actuales se obtienen altas tasas de respuesta, aunque con frecuencia se producen recaídas o resistencias a la inmunoquimioterapia que dejan al paciente en una situación de difícil solución que, a pesar de la incorporación de nuevos fármacos, todavía no se ha traducido en una mejora sustancial de su evolución.

Esta guía es la quinta de toda una serie que GELTAMO viene elaborando con el objetivo de unificar toda la información disponible en torno al linfoma.

Más información en www.geltamo.com

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